miércoles, 6 de diciembre de 2006

Empezamos bien...


Con la navidad del cortinglés a las puertas llega este blog a sumarse al karaoke de amparos y desamparos en que se ha convertido internet (bendito seas) Con el diciembre tocando las narices del frío y mis amigos - muchos ya guionistas bien pagados - tocando los cojones de la envidia pero siguen siendo amigos o al menos eso dicen y en cuanto se enteren de una oportunidad para ti, te avisan. La verdad es que esto de dedicarse a hacer cine da mucho ardor de estómago y a veces hambre. Dirigir una película es como dar la vuelta al mundo agarrado del rabo de una marrana chata. Y eso son cosas que uno creía ser sólo capaz de hacer por amor.
Ser escritor viene a completar la cosa un poco.
Las ventajas de ser escritor residen en que te permiten beber un poco más, comer un poco menos, llevar gabardina con lamparones, estar drogado en los aeropuertos y que cuando viajas a París la gente no te dice aquella gilipollez acerca de ir a la "ciudad del amor"; simplemente te miran y piensan que vas a ejercer la parisinidad como todos los escritores que merecen ser llamados así. Y te lo consienten. Y no te piden que les traigas una réplica de la tour eiffel comprada en el Trocadero pues piensan que tú no vas a París a eso. Y no vas a París a eso, te dices. Y sin embargo vas y nada más salir del Charles de Gaulle (aunque yo siempre elijo Orly por aquello de que es un aeropuerto más pequeño y yo me pierdo siempre en los aeropouertos y soy el que llora al lado de la columna 12 de la T2 al lado del mostrador de Aena) lo primero que haces es ir a visitar el Trocadero y a ponerte de crepes like a pig por las rues y boulevards de la ciudad de la luz.
Truffaut dijo que un pesimista es un optimista con experiencia. Era cierto.
Yo una vez dije que el pesimismo a veces puede resultar elegante. Ahora sé que no.
Pero sirve para que te hagan caso.

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