domingo, 24 de diciembre de 2006

Que ya... que ya...

Pues que me perdonéis, chicos y chicas, pero estos últimos días han sido muy estresantes y terribles pues a parte de volver de París (cuestión suficientemente terrible de por sí) recién aterrizado me llamó mi jefa de la compañía de seguros y me dijo que el departamento de recursos humanos quería hablar conmigo y a mí se me quedó cara de hostias-ya-me-han pillado, aunque no sabía en qué pero podían ser muchas cosas. Y entonces bajé a hablar con el jefe de Recursos Humanos y ese señor me dijo que habían visto en mi curriculum que había hecho cine y que necesitaban mi ayuda porque se habían puesto los jefes de una vez de acuerdo en algo y era para hacer un video en el que todos los empleados con corbata o no íbamos a salir haciendo el canelo y eso había que enseñarlo además por toda españa. Entonces dije que me parecía estupendo y que contasen con toda mi colaboración pues yo para esto de hacer el gilipollas me apunto siempre sobre todo si sale gente con corbata. Entonces se pusieron muy contentos y me dieron un despacho y todo y estuvimos una compañera muy guapa y muy simpática y yo durante diez días montando trozos de video de diferentes departamentos de esos en que la gente dice a-mi-no, a-mi-no... yo no quiero salir. Y salió cojonudo y nos pasamos esta compañera y yo diez dias de rillil y de rillil sin parar y encima nos invitaban a comer y a desayunar gurasanes y nos lo van a pagar con vacaciones y nunca me ha dolido menos salir de París aunque quiero volver ya, pero no voy a volver aún. Porque no me puedo gastar tanto dinero. Porque París tiene esa cosa que es muy caro y me quiero meter en una hipoteca pronto y ser un madrileño más aunque no soy madrileño. O sea que de París nada hasta Febrero por lo menos, majete-Gonzalo, me dije. Y tú-que-te lo has creído, me contesté, pero me contestaron las hormonas que son las que mandan en el cuerpo de un hombre como todo el mundo sabe sobre todo por ahí abajo por donde pensaba Bukowsky que es por donde tenemos más. Y Madrid sigue como siempre o sea que peor cada vez pero aún con encanto. En Diciembre además en Madrid la gente sale a pasear por el centro a ver las "luces de navidad", y la Cibeles, calzándose en la cabeza pelucones enormes de colores y eso es Madrid. Y aunque no lo creáis hay gente que disfruta de ello.
Por otro lado a ver qué piensan las mujeres de mí, hispanas ellas, ahora que vuelvo con el glamour puesto en las solapas a ver si tal y cual y París para arriba y Boulevard St Germain para abajo y jajaja y jijiji y quítate eso, anda... que la española cuando besa, besa de verdad. Y a lo mejor eso hace que no vuelva a París por año nuevo que es lo que voy a hacer casi seguro y a tomar por culo la hipoteca por unos meses y al fin y al cabo a mí nunca me la iban a dar.

Antesdeayer comí con el Alain que se volvía a Francia y parece que ya ha superado el desamor hasta la próxima pero eso siempre se lleva por dentro y parece que lo ha superado un poco aunque a la mínima te pregunta por la crema autobronceadora que usas o sea que no del todo lo ha superado. Porque yo no uso crema autobronceadora pero le di una marca que vi en una revista.
Y ayer quedé con el Alexis a comer y nos pusimos como cerdos a comer y le conté toda la movida del cementerio de Montparnasse y lo mucho que tocó los cojones mientras yo buscaba la lápida de Cortázar, pero bueno. Anda, dicen las malas lenguas de la farándula, trajinándose a una chiquilla más loca que aquella Gisselle que ya os conté a los que os lo conté, que lo sabeis pocos. Pero por lo menos da rienda suelta a sus instintos y eso siempre es bueno y nunca malo.

Y sirva esto como crónica por hoy.

Siempre vuestro.

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